A propósito del Día del Niño: ¿Qué necesita el niño 5 millones para desarrollarse en forma óptima?
Por Pablo Chaverri, Rodolfo Vicente, Marianella Castro y Sara León, académicos del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (INEINA).
En el contexto del nacimiento del costarricense cinco millones, podemos aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre la sociedad que somos, así como sobre la sociedad que queremos llegar a ser, haciéndonos algunas preguntas muy importantes; entre ellas creemos que las siguientes son centrales: 1) ¿Qué necesitará cada persona de esta nueva generación para lograr un desarrollo óptimo de sus capacidades?, 2) ¿Cuáles son las políticas que mejores resultados consiguen?, 3) ¿Qué significa ser ciudadano en el siglo XXI?, 4) ¿Cómo lograr un despegue en la educación de las personas menores de edad en su ejercicio de la participación?, 5) ¿Cómo puede la UNA en su conjunto contribuir al cumplimiento pleno de los derechos de niños, niñas y adolescentes?
1) ¿Qué necesitará cada persona de esta nueva generación para lograr un desarrollo óptimo de sus capacidades?
La investigación más reciente, particularmente la neurocogntiva y la evaluación a largo plazo de intervenciones sociales viene demostrando de forma bastante contundente, que lo que pase en los primeros años de vida es, hasta cierto punto, determinante para el resto de la vida, de una forma en que no lo hacen las demás etapas de la vida (Berlinski y Schady, 2015). Por esta razón, además de saber dónde nacerá el costarricense cinco millones, resulta relevante saber en qué condiciones materiales y socio-afectivas va a vivir sus primeros años.
Particularmente importante para predecir su futuro, es crucial conocer una serie de factores, tales como, si vivirá o no: pobreza, hacinamiento, falta de alimentos o alimentación inadecuada, exposición a ambientes y sustancias tóxicas, si fue o no deseado y planificado, si sus padres tienen o no al menos educación secundaria finalizada, si hay estrés y violencia en su hogar, si lo abrazan y acarician con frecuencia, si lo miran a los ojos, si le hablan continua e interactivamente, entre otros, ya que dependiendo de estas circunstancias se configurará un entorno propicio para su desarrollo integral, o uno inadecuado y perjudicial, que desde temprana edad comprometerá sus posibilidades de crecimiento e hipotecará su futuro desde el inicio (Farah y Hackman, 2013). Estos factores tienen que ver con cómo se hacen efectivos los derechos de las personas menores de edad, sin cuya garantía será mucho más difícil enfrentar con éxito los diferentes retos de la vida.
A propósito del Día de los niños y las niñas, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Inec) publicó la situación de pobreza infantil en el país en el período 2010-1017.
2) ¿Cuáles son las políticas que mejores resultados consiguen?
Como ya se señaló antes, la evidencia proveniente principalmente de la investigación neurocognitiva, así como de la evaluación a largo plazo de intervenciones sociales, viene confirmando que lo que ocurra en los primeros años de vida puede ser relativamente determinante en el resto. El reconocimiento del alto impacto de los primeros años no debería restringirse solo a la primera infancia, sino incorporar toda la etapa de la niñez y la adolescencia, que cumplen también un papel crucial en la vida.
Por ejemplo, investigaciones como las realizadas por la neurocientífica Martha Farah (2013), han venido descubriendo que los altos niveles de carencia y estrés propios de la condición de pobreza producen que algunas conexiones sinápticas que se esperan en el cerebro en los primeros años no ocurran, y que otras que se espera sean eliminadas se mantengan. Este proceso, conocido como poda sináptica, ocurre de forma irregular en niños sometidos a condiciones negativas, haciendo que, por ejemplo, se muestren niveles elevados y continuados de activación en la amígdala cerebral, que unidos a altos niveles de cortisol en la sangre, pueden afectar la capacidad del sistema inmunológico de proteger al organismo, volviéndolo así más vulnerable a la enfermedad o haciendo más difícil la recuperación.
¿Qué hacer entonces frente a esta problemática? Evidencia producida por las investigaciones a largo plazo del economista Paul Gertler (2014), han encontrado que las intervenciones tempranas de carácter educativo con madres de bajos recursos de niños pequeños, enseñándoles a estas cómo interactuar, jugar y estimular apropiadamente a sus hijos, pueden lograr que cuando estos se conviertan en adultos hayan obtenido más años de escolaridad, una mejor situación de empleo y mejores ingresos, así como una situación familiar y de salud más estable que un grupo control.
Según Gertler (2014) una gran cantidad de evidencia muestra que las intervenciones en infancia temprana tienen beneficios económicos significativos a largo plazo. En un estudio realizado en Jamaica, se encontraron efectos sustanciales en los ingresos de participantes en una intervención aleatorizada conducida entre 1986 y 1987 que brindó estimulación psicosocial a niños pequeños de bajo nivel socioeconómico en Jamaica. La intervención consistió en visitas semanales de funcionarios de salud durante dos años, que les enseñaron habilidades de crianza y de interacción para el desarrollo cognitivo y socioemocional a las madres de estos. Se entrevistaron 105 participantes 20 años después y se encontró que la intervención incrementó sus ingresos en un 25% en relación con un grupo control, lo suficiente para alcanzar los ingresos de otro grupo de comparación (65 participantes) que no era de nivel socioeconómico bajo.
Resulta pertinente que nos preguntemos: si esto logra la incorporación de las madres, ¿cuánto más se podría lograr si conseguimos que también todos los padres se sumen de lleno a este hermoso esfuerzo?
3) ¿Qué significa ser ciudadano o ciudadana en el siglo XXI?
El cambio paradigmático que traza la Convención sobre los Derechos del Niño consiste en romper con la añeja Doctrina de la Situación Irregular, cuya idea de mayor peso fue convencer que se era ciudadano a partir de la mayoría de edad, confundiendo así derechos electorales con derechos ciudadanos. Esto cambia a partir de la Doctrina de la Protección Integral que nace internacionalmente en 1989 con la aprobación de esta Convención como instrumento jurídico vinculante por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, exactamente 200 años después de la Revolución Francesa. Así, los derechos ciudadanos inician desde la gestación en el vientre materno y permanecen hasta la muerte de la persona.
Ser ciudadano en el siglo XXI debe significar, entonces, que se reconocen derechos desde que se es menor de edad, lo que implica una nueva forma de comprender la relación entre el mundo infantil y el adulto, ya no desde el verticalismo, el autoritarismo, y la imposición, sino desde el mutuo reconocimiento en tanto sujetos de derechos y responsabilidades de acuerdo a su edad y nivel de desarrollo.
4) ¿Cómo lograr un despegue en la educación de las personas menores de edad en su ejercicio de la participación?
Desde el momento en que jurídicamente las personas menores de edad pasan de ser objetos de protección y lástima a ser sujetas sociales plenas de derechos (gracias a la nueva doctrina en que se funda la Convención sobre los Derechos del Niño), varía el sentido de la enseñanza, puesto que al ser ciudadanos y ciudadanas plenos con derechos, se marca el hito histórico de la obligación a tomar en consideración su derecho a opinar y participar activamente de la vida social y de las decisiones que les involucran. A partir de esta premisa, la educación debe ir dirigida a preparar para el ejercicio de esta participación, a través de herramientas necesarias tales como: el pensamiento crítico, el aporte individual y colectivo a la comunidad, y la comprensión de los propios derechos y responsabilidades, desde los principios de: No Discriminación, Interés Superior, Mejor Interés y Autonomía Progresiva.
Es muy paradójico que la educación tradicional suela negar el derecho a la participación real de las personas menores de edad, mientras que pide iniciativa, liderazgo, civismo, responsabilidad o compromiso; es decir, se suelen exigir deberes, pero que muchas veces no vienen acompañados de los derechos ni de la formación para ejercerlos apropiadamente.
Como lo apunta el Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas en su Observación General número 14 (2013): “la plena aplicación del concepto de interés superior del niño exige adoptar un enfoque basado en los derechos, en el que colaboren todos los intervinientes, a fin de garantizar la integridad física, psicológica, moral y espiritual holísticas del niño y promover su dignidad humana”. Es decir, el cumplimiento pleno de los derechos de las personas menores de edad no “caerá del cielo” con la sola aprobación de una ley que así lo exija; sino que se requiere de un esfuerzo colectivo y compartido, así como deliberado y consciente, para conseguirlo.
5) ¿Cómo puede la UNA en su conjunto contribuir al cumplimiento pleno de los derechos de niños, niñas y adolescentes?
Como heredera de la Escuela Normal, la UNA ha tenido desde su inicio a las personas menores de edad como razón de ser de su labor, ya que se ha encargado de formar generaciones de educadores en diversas especialidades para servir a esta población. Además, en su Estatuto Orgánico, la UNA establece su compromiso especial con los sectores más vulnerables de la población, donde sin duda se encuentran las y los niños.
Conscientes de lo anterior, recientemente el Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (INEINA), en conjunto con la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión (EECR) y la Rectoría Adjunta, preocupados por los grandes retos que enfrenta la población menor de edad en Costa Rica y la trascendencia vital para el país de la forma en que los mismos sean abordados, se dieron a la tarea de realizar un proceso de consulta, formulación y validación de una Política de Niñez y Adolescencia de la UNA, que le permita integrar y potenciar todos sus esfuerzos dirigidos hacia esta población, con la aspiración de incrementar su aporte e impacto en el desarrollo integral de las personas menores de edad, y en consecuencia de la sociedad en general, dado el alto nivel de retorno que tiene la inversión en niñez y adolescencia a largo plazo.
La propuesta de Política que actualmente se encuentra en proceso de validación, es la siguiente:
La Universidad Nacional…
1. Integra bajo una sola perspectiva estratégica todas sus acciones relacionadas con niñez y adolescencia, fundamentadas en los enfoques de: derechos, intergeneracional, intercultural, género y diversidad.
2. Estimula la producción de conocimiento en materia de niñez y adolescencia.
3. Difunde y divulga el conocimiento sobre niñez y adolescencia.
4. Incide en la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas dirigidas hacia niños, niñas y adolescentes.
5. Incentiva la vinculación y cooperación externa a la UNA, dirigida a la producción de conocimiento sobre niñez y adolescencia.
6. Promueve la calidad académica en los programas de estudio cuyos graduados atienden directamente a personas menores de edad.
7. Desarrolla programas de educación continua sobre niñez y adolescencia.
8. Articula esfuerzos interinstitucionales en beneficio de la niñez y la adolescencia.
9. Propicia la multi, inter y transdisciplinariedad en las actividades sustantivas dirigidas a la niñez y la adolescencia.
10. Promueve en la comunidad nacional y universitaria una consciencia y cultura de garantía de los derechos de niños, niñas y adolescentes que aseguren el desarrollo integral de esta población.
11. Impulsa el enfoque territorial y contextualizado en la atención y garantía de los derechos de las personas menores de edad.
12. Promueve la participación decisoria de niños, niñas y adolescentes desde una perspectiva de ciudadanía de los niños, niñas y adolescentes.
13. Fomenta el servicio comunal de sus estudiantes hacia las personas menores de edad, especialmente las más vulnerabilizadas.
14. Rinde cuentas periódicamente sobre el desarrollo y concreción de esta política.
Toda la comunidad universitaria, así como externa, puede brindar sus observaciones y sugerencias a esta Política, las cuales se pueden enviar al correo electrónico: politicanya@una.cr, donde serán revisadas por la Comisión que tiene a su cargo este proceso.
No podemos decir con precisión qué será de la vida del costarricense cinco millones ni de su generación, pero creemos que, con una Política clara y bien sustentada de la UNA hacia las personas menores de edad, se podrá contribuir más y mejor desde la academia a su bienestar y desarrollo a través de los años por venir.
Podríamos imaginar que, si todas y todos ponemos de nuestra parte y el país enfoca sus recursos inteligente y estratégicamente, habrá muchas más posibilidades de que la o el costarricense cinco millones logre ingresar, junto a su generación, a una universidad pública cerca del año 2036 y convertirse en un profesional que retorne con creces la inversión hecha en su persona a través de toda su vida.
No lograremos el futuro que no empecemos a construir desde ya, pues este no será fruto de la casualidad ni de la “buena suerte”, sino de lo que se planifique y construya oportunamente.