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Vida en el planeta pende de un vuelo


Modificaciones para el registro de plaguicidas que entran al país, transformaciones en el uso de suelo y el cambio climático, son factores que podrían acelerar la extinción de las abejas, insectos responsables de polinizar el 70% de los alimentos que garantizan la seguridad alimentaria de la población mundial.


El pasado 5 de junio, en la conmemoración del Día Mundial del Ambiente, la Escuela de Ciencias Ambientales (Edeca-UNA) y el Centro de Investigaciones Apícolas Tropicales (Cinat-UNA), realizaron el foro: “Amenazas y presión sobre las abejas”, donde participaron los especialistas Fabián Pacheco, del Instituto Nacional de Aprendizaje; Johan van Veen y Luis Sánchez, del Cinat-UNA y Alejandra Barrantes de la Edeca-UNA.


“Hoy día tenemos evidencia científica y contundente que nos dice que en Europa las poblaciones de abejas han disminuido en un 2%, mientras que en Estados Unidos esa baja es de hasta un 5%, y hay evidencia científica que nos indica que esto tiene una estrecha relación con el uso de neonicotinoides”, dijo Pacheco.


Los neonicotinoides son los insecticidas más ampliamente usados en el mundo. Son utilizados para combatir ciertas plagas, pero estos quedan en las plantas, incluso en las flores, lo que provoca la contaminación del polen y el néctar que liban las abejas, una vez que estas lo consumen causa desorientación, no pueden regresar a sus nidos y mueren.


“El Gobierno anterior introdujo reformas para regular y registrar los plaguicidas que ingresan al país. Este es un retroceso histórico, porque lo que hace es solicitar menos rigurosidad científica, y esto favorece a las compañías. Al final de cuentas no son las abejas o las mariposas, es que están en juego la salud de las familias y la de sus fincas”, detalló Pacheco.


Desde la Federación Ecologista, de la que Pacheco también es parte, se desarrolla una campaña la cual pretende que los municipios dejen de utilizar herbicidas y plaguicidas en áreas públicas de su administración. Algunas de las municipalidades que se unieron a esta iniciativa son la de Pérez Zeledón, Santo Domingo de Heredia, Montes de Oca, Talamanca, Tibás, y Quepos, entre otras.


De acuerdo con el investigador, datos del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (Iret) de la UNA, demuestran que entre el 2006 y el 2017, el uso de plaguicidas aumentó en un 316% y en este momento existen 190 plaguicidas esperando la aprobación del Ministerio de Agricultura y Ganadería para su uso en suelo costarricense.


Impacto

Las consecuencias del cambio climático en las poblaciones de abejas también se hacen evidentes. “La colmena necesita cumplir un ciclo para poder desarrollar a sus crías. Hemos visto que con el aumento de las temperaturas y la disminución en las lluvias, las floraciones de los árboles se adelantan; como las crías no están listas aún no puede salir a polinizar esos árboles, y cuando ya están listas, las floraciones han llegado a su fin y las abejas no tienen alimento para abastecer a sus colmenas” explicó van Veen.



Johan van Veen, académico e investigador del ICAT-UNA.


Para el investigador, estos patrones de floración deben ser previstos por los apicultores y afirma que, de acuerdo con lo observado en los últimos años, las colmenas se deben alimentar en los meses lluviosos, preferiblemente entre setiembre y octubre, para que así puedan alcanzar su máximo tamaño a finales de noviembre y estar lista para las floraciones de enero. En lo que respecta a las abejas silvestres, algunas han emigrado hacia climas más templados; sin embargo, no todas tienen esa capacidad de adaptación.


Tan extensivas como dañinas

Tanto la ganadería como la agricultura extensivas que se han desarrollado en las últimas décadas a nivel nacional, causan un impacto en las poblaciones de abejas. “La fragmentación de los bosques reduce el hábitat de estos insectos, así como sus recursos nutricionales. Como no es posible prohibir estas actividades productivas, se deben desarrollar sistemas como el agrosilvopastoril, que combina la tenencia de ganado con el cultivo de árboles maderables de forrajeo o arbustos de interés para las abejas. En la agricultura podemos optar por sistemas agroforestales donde se usen especies maderables como laurel, cenízaro o cedro de interés para especies melíferas”, dijo Barrantes.


De acuerdo con Barrantes, el esfuerzo que se haga desde cada hogar también es importante. “Todos tenemos en nuestras casas un pequeño espacio para tener una maceta, hay muchas plantas bonitas que podemos usar y son beneficiosas para estos insectos”.


Según Sánchez, las abejas son el sustento de la cadena alimenticia, las cuales brindan servicio tanto a la naturaleza como a las personas y la economía. “En los planes de conservación de manejo y turismo las abejas deben ser tomadas en cuenta, ya que su tarea no se basa solo en la producción de miel, sino que tres cuartas partes de nuestros alimentos se polinizan por las abejas”, puntualizó Sánchez.

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