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Con pedagogía y afecto menores recuperan esperanza



UNA y Pani impulsan una propuesta pedagógica que le ha permitido a más de 1200 personas menores de edad, ubicadas en albergues, insertarse con éxito al sistema educativo y fortalecer su autoestima.



“He estado muy contenta de compartir con los profes y con los encargados del albergue… He aprendido a tener fe en el futuro, me han mostrado que a pesar de que no tengo el apoyo de mi familia, tengo una familia muy grande en el albergue que atiende todo lo que necesito y los profesores siempre me impulsan a salir adelante…”


Con estas palabras y en medio de lágrimas, una adolescente—residente del Albergue Las Flores—resumió cómo el Proyecto Pedagógico para las Personas Menores de Edad (PME) ubicadas en albergues del Patronato Nacional de la Infancia (Pani) ha marcado la diferencia en su vida.


Financiado por el Pani y administrado por la Universidad Nacional (UNA), bajo la coordinación de las académicas Roxana Rodríguez y Maureen Camacho, de la División de Educación Básica del Centro de Investigación y Docencia en Educación (Cide), este proyecto llega día a día a 29 albergues y 3 aldeas donde residen niños, niñas y adolescentes en protección del Pani, a través de un contingente de 115 docentes—en su mayoría graduados de la UNA—, comprometidos a aportar su conocimiento y su calidad humana para contribuir con el desarrollo integral de estos menores.




“Hemos comprobado el compromiso de muchos profesionales, quienes han dado un paso más, preparando a los menores para ir a hacer pruebas en vacaciones, organizando campamentos, posadas, festivales y muchas otras actividades para que niños, niñas y adolescentes desarrollen todo su potencial”, confirma Roxana Rodríguez, coordinadora de este proyecto, que ha atendido 1217 menores residentes en albergues en todo el país, en año y medio de trabajo.


Y es que no se trata de una relación docente-alumno común, sino de una interacción entre seres humanos, como lo afirma Esteban Soto, quien participa en esta iniciativa como profesor de educación musical.


Para Julio Arana, profesor de educación física y estudiante de la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida (Ciemhcavi), ha sido una experiencia maravillosa. Considera que a las personas menores se les ha ayudado especialmente en la parte socioafectiva; es decir, “a sentir que se les atiende, que se les comprende, que tienen apoyo, que confiamos en ellos y que tienen esperanzas de forjar su propio camino”.


La directora de la Región Central del Pani, Flor de María Jara, informó sobre experiencias “muy favorables y enriquecedoras”. Ilustró con los casos de adolescentes y niños que rechazaban y tenían miedo de ingresar a centros educativos; sin embargo, luego de un trabajo coordinado en el marco del proyecto, al día de hoy se encuentran insertos en el sistema educativo, están comprometidos con su proceso académico y tienen una mejor relación con sus compañeros, tras vencer los temores a la socialización y ser conscientes de sus capacidades, habilidades y emociones.


También expuso el caso reciente de una adolescente, quien en una carta que dirigía a su mamá, hablaba de “los profes”, de lo que estaba aprendiendo y de su deseo de seguir estudiando como un proyecto de vida.



Una decisión acertada


Desarrollado con el objetivo de proveer una educación interdisciplinaria de calidad a las personas menores de edad ubicadas en albergues institucionales para promover su desarrollo integral, los resultados del Proyecto muestran que su puesta en marcha fue una decisión acertada, según reconoce Ana Teresa León, presidenta ejecutiva del Pani.


Se trata de una propuesta pedagógica formulada con la participación de un grupo de profesionales de la División Básica, la División de Educología, la División de Educación para el Trabajo y de Ciemhcavi, la cual ofrece apoyo educativo en arte, orientación, educación especial, I y II ciclo, preescolar, música, inglés, matemática y educación física.


La propuesta promueve un apoyo educativo ajustado a las características, necesidades e intereses de los niños, niñas y adolescentes en cada albergue.


Entre las fortalezas del proyecto descritas en un informe del Pani, destacan la mejora significativa del rendimiento académico de las PME en materias específicas como inglés, matemáticas y ciencias, así como el descubrimiento de habilidades tanto deportivas como musicales y el fortalecimiento de su autoestima.




UNA experiencia de aprendizaje


Iniciado en octubre de 2016, el Proyecto pedagógico para las personas menores de edad ubicadas en albergues institucionales del Patronato Nacional de la Infancia (Pani) hoy representa “un antes y un después” en la cotidianidad de los 115 profesores involucrados, de las “tías y tíos” encargados del cuido en los albergues, pero sobre todo, en la vida de los chicos y chicas atendidos.


Con ejemplos, Flor de María Jara, directora de la Regional Central del Pani, sustentó esta afirmación durante el Encuentro de experiencias exitosas, realizado el pasado 17 de abril en el auditorio Marco Tulio Salazar del Centro de Investigación y Docencia en Educación (Cide), en el marco de este proyecto conjunto con la Universidad Nacional (UNA).


“En nuestros albergues, la totalidad de las personas menores de edad que recibieron desde el principio esta atención ha ganado el curso lectivo… Y debo decir que lo han ganado aprendiendo; ha habido un proceso de aprendizaje, de esfuerzo, de reconocimiento por parte de ellos de que deben avanzar”, subrayó.


Una experiencia similar, que va más allá del mejoramiento del rendimiento académico para convertirse en un proceso de desarrollo integral, la han vivido en este año y medio 1217 personas menores de edad de 29 albergues y 3 aldeas del Pani en todo el país, desde Corredores hasta Liberia.


“…Aprendí a buscar mi camino en lo que me hace feliz y lo valioso que soy… aprendí a creer en mí… aprendí la importancia del conocimiento y a disfrutar en la escuela… aprendí a jugar, a sentir cariño…” Así resumió uno de los niños lo que ha aprendido con “los profes”, durante este encuentro, que contó con la participación de Ana Teresa León, presidenta ejecutiva del Pani, quien ideó esta iniciativa.



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