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Exposición a polvo de granos afectaría salud de trabajadores

Estudio realizado por estudiante de la Maestría de Salud Ocupacional con énfasis en Higiene Ambiental de la UNA y el TEC muestra que los trabajadores están expuestos a altas concentraciones de polvo que podrían afectar su salud respiratoria. Centros de almacenamiento ya ponen en práctica medidas de control.



Cerca del ocho por ciento de la actividad agrícola en Costa Rica se destina a la producción de granos básicos; sin embargo, el país depende en mayor medida de las importaciones de estos productos. Entre el 2013 y el 2014, según datos del Consejo Nacional de la Producción (CNP), se importaron 703 mil toneladas de maíz, 123 mil de arroz y 273 mil de trigo (este último no se produce en territorio nacional). Un estudio realizado por la química María Gabriela Rodríguez, para obtener la maestría en Salud Ocupacional con énfasis en Higiene Ambiental e impartida por la Universidad Nacional (UNA) y el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), evaluó la exposición a polvo y sus efectos respiratorios y alérgicos en trabajadores de centros de almacenamiento de granos en el país.


El polvo de granos se compone de residuos orgánicos e inorgánicos que se generan por el movimiento de los granos; puede contener bacterias, esporas de hongos, productos químicos y fragmentos de tierra, entre otros


En la investigación, Rodríguez evaluó a 136 trabajadores, mayores de 18 años, de ocho centros de almacenamiento localizados en Guanacaste, Puntarenas, Alajuela y San José (cuatro de arroz, tres de maíz y uno de trigo).




De acuerdo con Rodríguez, a los participantes se les tomaron una o dos muestras personales de polvo inhalable y se les administró un cuestionario que incluyó una versión modificada de la Encuesta sobre la Salud Respiratoria de la Comunidad Europea para determinar la presencia de síntomas de asma, bronquitis crónica, rinitis y eczema (lesión por inflamación de la piel). Además, se efectuaron 44 mediciones de concentraciones de partículas respirables y torácicas de polvo en las áreas donde laboran los operarios.


El análisis encontró que los trabajadores de los centros de almacenamiento de granos presentaban elevadas concentraciones personales de polvo inhalable y jornadas laborales muy extensas (de hasta 90 horas por semana). “Los operarios de los puestos de descarga y secado de los granos mostraron las concentraciones más altas, mientras que las más bajas fueron observadas en los trabajadores de los puestos de empaque”, detalló Rodríguez.


Además, la investigadora logró determinar que los trabajadores expuestos a polvo de granos son más propensos a desarrollar síntomas de asma y eczema. “Algunos síntomas como despertarse con una sensación de falta de aire, falta de aire luego de hacer ejercicio físico, falta de aire durante el día estando en reposo, sensación del pecho apretado y silbidos en el pecho con falta de aire, fueron hallados en el estudio y se relacionan con el asma. Asimismo, cabe destacar que un 43% de los trabajadores encuestados reportó haber tenido al menos un síntoma del asma”, explicó Rodríguez.


La investigación también encontró que los síntomas podían agravarse por diversos factores como la historia de fumado, tipo de grano y presencia de mascotas o animales de granja en la casa. En el estudio, la rinitis y la bronquitis crónica no se asociaron con la exposición a polvos de granos.


Según el estudio, las mayores concentraciones de partículas torácicas se encontraron en los centros de almacenamiento de trigo y maíz, así como en las áreas de secado y descarga de granos.


Acciones

Rodríguez recomendó, como parte de su investigación, el establecimiento de algunos controles en los centros de trabajo, como la instalación de extracción localizada, separación física de cada una de las áreas de trabajo, encerramiento de máquinas, automatización de procesos, mantenimiento preventivo de maquinaria, uso de equipo de protección personal, y una adecuada vigilancia de la salud para reducir la exposición al polvo y prevenir efectos adversos en la salud de los trabajadores.


“Yo me comprometí con los centros de almacenamiento para que, una vez finalizado el estudio, conocieran los resultados de la investigación y sus recomendaciones. Para mi sorpresa, cuando los visité para hacer la devolución de resultados, la mayoría de ellos había implementado alguna medida de control para disminuir la exposición de los trabajadores; incluso en uno de los sitios donde se construyó una pared para dividir las áreas de secado y pilado, pude corroborar durante el estudio que la exposición a polvo de los trabajadores del área de pilado se redujo a la cuarta parte de las concentraciones iniciales”, puntualizó Rodríguez.


En la investigación también colaboraron las epidemiólogas Ana María Mora (tutora de tesis) y Berna van Wendel del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la UNA, el experto en evaluación de exposición Jan-Paul Zock del Instituto de Salud Global de Barcelona, María Lourdes Medina y Glend Mora del TEC.


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