Demanda por geoservicios abre mercado para apps ticas
¿Ha usado usted alguna vez Waze para ubicar un destino? O ¿está incursionando en el uso de Uber? Estas y otras aplicaciones se desarrollan gracias a la georreferenciación de datos, la herramienta que permite definir una localización específica a través de un sistema de coordenadas.
“El país cuenta recientemente con un Sistema Nacional de Información Territorial (SNIT) que dirige el Instituto Geográfico Nacional, el cual aglutina datos suministrados por distintas instituciones que permiten el desarrollo de este tipo de aplicaciones de servicio para el usuario”, explicó Manuel Solano, del Programa de Sistemas de Información Geográfica (SIG) de la Universidad Nacional (UNA).
Durante 8 y 9 de noviembre la UNA organizó, con el apoyo del Tribunal Supremo de Elecciones, el Instituto Nacional de Estadística y Censo, el Registro Nacional, el Centro Nacional de Alta Tecnología y el Inbio, el IV Encuentro de Usuarios en Sistemas de Información Geográfica en el Auditorio del Registro Nacional donde se presentaron investigaciones relacionadas con transporte, ambiente, infraestructura de datos espaciales, ámbito municipal, riesgos, salud y captura de datos.
“Costa Rica posee una accesibilidad estratégica: 75 de cada 100 personas tienen acceso a banda ancha de Internet; ahora lo que se debe hacer es educar al usuario para que no solo sea para jugar o ingresar a redes sociales, sino para que haga una mayor demanda de geoservicios”, explicó Diego Paredes, de la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid, España.
En el país, de acuerdo con Paredes, existen iniciativas que no solo utiliza los datos suministrados por el SNIT, sino que también incluyen una participación colaborativa del usuario. “Yo alcalde” es una iniciativa de la Municipalidad de Curridabat, donde los ciudadanos pueden sugerir prioridades municipales, resaltar actos positivos a favor de la comunidad o demandar la necesidad de semáforos o reparar huecos en las calles o aceras; toda esta información permite transmitir una gestión fresca, de un alcalde que le da una cuota de participación a los contribuyentes”, explicó Paredes.
En el caso de Waze, comenta el especialista, los usuarios son los encargados de alimentar la aplicación a través de sus reportes. “Contamos con una aplicación que nos da información en tiempo real, sabemos dónde hay un choque o un atasco, y además la información cambia constantemente, lo que vemos ahora no lo vemos mañana”, detalló Paredes.
Para ambos investigadores, el país va hacia un proceso de socialización para lo cual se requiere de una política de uso. Esto generará un aumento en la creación de aplicaciones que derivan del consumo de geoservicios. “En la actualidad la Municipalidad de San Carlos y la Cámara de Turismo de la zona cuentan con un levantamiento de datos de las atracciones turísticas y culturales del cantón, pero como valor agregado un grupo de estudiantes del Instituto desarrollan una aplicación para que puedan estar al servicio del usuario”, dijo Paredes.
Para Solano, el país tiene una limitante en cuanto a la información. “No hemos alcanzado la madurez entre instituciones de compartir datos, y por eso tenemos por un lado al Ministerio de Educación Pública y al Tribunal Supremo de Elecciones, levantando datos de la ubicación de las escuelas, cuando una sola de las entidades podría hacerlo y compartir esa información. Nos pasa con la ubicación de hidrantes, de tuberías internas, electrificado, a veces hacemos un trabajo doble por ese recelo a compartir información estandarizada. Eso sucede porque todavía nos queda mucho trabajo en cuanto a reglamentos, porque tampoco es válido utilizar información y tomarla como propia”, dijo Solano.
Futuro hoy
Los datos que se pueden obtener a través de esta herramienta son de toda índole, y se utilizan en áreas como economía, social y política, entre otras. “Este año el Gobierno logró determinar, a través del Instituto Nacional de Estadística y Censo, dónde están ubicados exactamente los hogares en pobreza extrema, no una zona, un lugar específico”, dijo Solano.
Los investigadores coinciden en que la demanda de datos es cada vez más fuerte. “En poco tiempo no solo vamos a saber, a través de Uber, cuáles automóviles están cerca nuestro, sino que por medio de nuestro patrón de consumo, el servicio va a estar en la puerta sin tener que llamarlo”, detalló Paredes.
“El país no se puede quedar atrás en el uso de esos datos, estamos frente a nuevas generaciones de usuarios que cada vez demandan más acceso a la información, pero esto debe de ir acompañado de más educación y un cambio de cultura, para que no se haga un mal uso de ella, y es ahí donde entra la universidad pública con su papel de transferencia de conocimiento”, finalizó Solano.