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Caos vial en la GAM agobia a los costarricenses

Los recientes sucesos en la Gran Área Metropolitana (GAM) relacionados con el congestionamiento vial, en conjunción con las fuertes lluvias, ponen de manifiesto una vez más que la infraestructura, tanto habitacional como productiva, es uno de los principales retos de la economía costarricense.


La noticia que circuló la semana anterior indicando que lindicando que la congestión vial ha impedido crear hasta 3.000 empleos en el sector servicios en Belén, no debe pasar desapercibida, no debe pasar desapercibida. En la región Centroamericana, Costa Rica ha sido el país menos afectado económicamente por la irregularidad de la estación lluviosa y el aumento de la temperatura global, debido a la reorientación de la economía hacia los servicios en los últimos 25 años. Pese a esto, Costa Rica es el país de Centroamérica con más vehículos per cápita (188 por cada 1000 habitantes en el 2011) y con un importante crecimiento en los últimos 10 años (habían 147 vehículos por cada 1000 habitantes en el 2005); por lo que permitir que estos y otros empleos se dejen de crear debido a las presas, es matar a la gallina de los huevos de oro.



El embotellamiento vial, principalmente en la GAM, implica costos tanto en tiempo, como en combustibles y de productividad. Fotos Leonel Castro


Una combinación de factores

El problema de las interminables presas que azotan diariamente a la GAM, no es el resultado de una única mala decisión gubernamental, sino de un conjunto de factores sobre los que pueden señalarse responsables sin que esto contribuya un ápice a la solución. El debilitamiento de las capacidades del gobierno para pactar soluciones sobre este tema, ha tenido efectos perversos sobre transportistas y consumidores.


Por un lado, se ha desincentivado la innovación y la inversión de los proveedores privados de transporte e infraestructura, debido a las dificultades para impulsar alianzas público-privadas. Los casos de la carretera San José-San Ramón y el tren interurbano son de los más emblemáticos al respecto.


Por otro lado, se ha generado un crecimiento exponencial en la flota vehicular como consecuencia del deficiente servicio público de transportes, lo que ocasiona no solo grandes presas durante los días laborales, sino también al inicio y al final de los periodos vacacionales y durante festejos populares. El comercio de vehículos, medido por el Índice Mensual de Actividad Económica IMAE del “sector comercio”, creció interanualmente un 14.4% en marzo de 2016; crecimiento muy superior a todas las demás actividades incluidas en dicho índice, lo cual es una señal más del sostenido crecimiento exponencial de la flota vehicular en nuestro país.


El transporte como sector transversal

La movilidad de personas y mercancías es fundamental para la productividad de una economía y en especial para Costa Rica, ya que su cercanía con el Canal de Panamá hace de nuestro país una excelente alternativa para el tránsito mundial de mercancías mediante un canal seco, pero las documentadas dificultades para impulsar proyectos de infraestructura de gran envergadura ponen en duda que podamos aprovechar esa oportunidad.


Adicionalmente, el embotellamiento vial, principalmente en la GAM, implica costos tanto en tiempo, como en combustibles y de productividad, lo cual genera frustración en muchos trabajadores al versen afectadas otras de sus actividades diarias como por ejemplo estudiar, recrearse y pasar tiempo con sus familias.


El sector transporte está directamente relacionado con el consumo de energía en el país. En el 2013 el 48,2% de toda la energía consumida se destinó al transporte automotor. De ahí que en este sector se encuentre uno de los retos más importantes para el modelo de economía sostenible que implica llegar a ser carbono-neutrales.


Por esto, las urbes metropolitanas requieren de un rediseño en la configuración de los cantones dormitorio y de los cantones industriales para reducir el caos vial que padecemos diariamente, para lo cual es indispensable que el sector transportes demuestre su capacidad para la innovación. Además, debe explorarse aún más el tema del teletrabajo en las actividades que así lo permitan, ya que entre los beneficios posibles para la sociedad se encuentra el descongestionamiento vehicular y la reducción de consumo de recursos energéticos.



(*) El autor es economista, académicos e investigador del Observatorio de la coyuntura económica y social de la Escuela de Economía-UNA.



Para mas información comuníquese con Diego Zárate al 8802 0925 o la Oficina de Comunicación de la UNA al 2277 3224.

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